La psicopatía se caracteriza por rasgos diagnósticos como el encanto superficial, la alta inteligencia, el mal juicio y la incapacidad de aprender de la experiencia, el egocentrismo patológico y la incapacidad para el amor, la falta de remordimiento o vergüenza, la impulsividad, el sentido grandioso de la autoestima, la mentira patológica, el comportamiento manipulador, el escaso autocontrol, la conducta sexual promiscua, la delincuencia juvenil y la versatilidad delictiva, entre otros. Como consecuencia de estos criterios, la imagen del psicópata es la de un ser frío, sin corazón e inhumano. Pero, ¿todos los psicópatas muestran una falta total de capacidades emocionales normales y de empatía?
Al igual que las personas sanas, muchos psicópatas aman a sus padres, su cónyuge, sus hijos y sus mascotas a su manera, pero tienen dificultades para amar y confiar en el resto del mundo. Además, los psicópatas sufren emocionalmente como consecuencia de la separación, el divorcio, la muerte de un ser querido o la insatisfacción con su propio comportamiento desviado.